Eichmann en Jerusalén

Hannah Arendt

Lumen

Contar cuántas películas a lo largo de los años han dedicado horas de metraje al horror del Holocausto puede llegar a ser una tarea de largo recorrido. La sucesión de títulos sería casi interminable y eso que desde la Lista de Schindler queda ya poco por enseñar. No obstante, muy de vez en cuando, aparecen películas que arrojan una nueva luz o enfoque sobre un determinado aspecto de la Segunda Guerra Mundial, hasta entonces oculto. No tienen por qué abordarla de manera directa y muchas veces solo una aproximación transversal tiene un valor más didáctico. Es en este plano donde se sitúa la película Hannah Arendt de la alemana Margarethe von Trotta. Como heredera de ese estupendo cine alemán, von Trotta es capaz de ofrecer un reflejo muy humano y atractivo sobre los años de la elaboración y posterior polémica de la más conocida de las obras de la discípula de Heidegger, el libro Eichmann en Jersualén*.

Escrito a medio camino entre la crónica periodística y el ensayo filosófico, Eichmann en Jerusalén constituye uno de los estudios más profundos e interesantes sobre la psicología de los criminales de guerra nazis juzgados en Nuremberg y en los restantes procesos posteriores. Arendt, judía emigrada a América en los años anteriores a la guerra, nos ofrece un retrato descarnado y objetivo del proceso a Eichmann que a comienzos de los sesenta cautivó a medio mundo. Comenzando por el ya legendario secuestro y posterior traslado a Jerusalén, vamos viendo el desarrollo de un juicio llamado a poner de relieve el sufrimiento que los judíos habían soportado en el Viejo Continente. Pese a que hubiese sido lógico y comprensible dejarse llevar por un sentimiento de indignación y rechazo absoluto, la autora se muestra en todo momento capaz de conservar la cabeza fría y de realizar un análisis veraz e imparcial.

No sólo Eichmann se convierte en objeto de estudio: también, en la medida en que guardan relación con el proceso, lo son los comportamientos de muchos otros actores de la gran tragedia europea. La contribución incluso de las autoridades judías es puesta en tela de juicio, atrevimiento que le costó a la autora el rechazo y la marginación por parte de sus amigos y su propio pueblo.

Eichmann en Jerusalén es un libro de obligada lectura para cualquier interesado en la Segunda Guerra Mundial. Además de la perspectiva histórica tiene también una dimensión filosófica digna de mención pues, al fin y al cabo, esa era la profesión de la autora. Ésta desarrolla su ya famoso concepto de la banalidad del mal a partir de los planteamientos morales y filosóficos que se desprenden del proceso de Adolf Eichmann.

El libro puede, en algunos momentos, llegar a ser un tanto farragoso y demasiado periodístico. Hay mucha referencia a personajes oscuros y desconocidos y un excesivo formalismo técnico. Y pese a ello es una obra imprescindible que mantiene al lector pegado a sus páginas. Tal es la profundidad de la percepción psicológica de Hannah Arendt que no queda sino darle gracias por aportar un poco de sentido a uno de los más atroces sinsentidos que el hombre ha sido capaz de provocar.