¿Cui bono?

¿Cui bono?

“Cherchez la femme”, que decían en la Francia decimonónica. Pregunta obligada ante el aberrante panorama que nos rodea, en lo político y en lo económico. Les propongo indagar en la aparentemente kakfiana situación española con una magra armadura intelectual: lógica, escepticismo, rudimentarios conocimientos de Teoría de Juegos y la siempre práctica navaja de Ockham, que lo mismo te aprieta un tornillo lógico que te corta un hilo argumental.

El crimen: un país económica y moralmente roto. Se hubiesen llevado el cadáver al basurero si el servicio de basuras no estuviese de huelga, pero supongamos que sólo queda el más romántico contorno de tiza al más puro estilo Marlowe. Un análisis más detallado de ese contorno puede ser aleccionador. No me refiero a los casos más obvios, o conocidos de manipulación, malversación, robo, alzamiento, gestión dolosa, ineficaz, inepta o combinación de las anteriores en las proporciones que ustedes prefieran. Me fijaré ahora en crímenes más silenciosos pero no menos graves. De muestra, unos botones de la camisa: el tipo impositivo general del impuesto de sociedades en 2011 era del 30%, después de una serie de conjuros me-desgravo-la-junta-de-la-trócola y un me-desgravo-la-edad-de-mi-suegra-por-reinversión, el tipo efectivo fue del … 11,6%. Este es un país donde por la radio se dice que en 2012 el déficit fue del 11%, no que el Estado gastó casi el doble de lo que ingresó (¡no intenten hacer esto en sus casas!). Un país donde un cruce de datos entre Hacienda y la Seguridad Social descubre que cerca de 200.000 personas tenían la tarjeta de pensionista cuando realmente estaban en activo; en definitiva, un país de “con IVA o sin IVA”. ¿Cui bono?

En este punto, es importante resaltar, al más leal entender de Tácito, que el ciudadano Jean Jacques con su afirmación “el hombre es bueno por naturaleza” era: a) un perfecto imbécil o b) uno de los más peligrosos esbirros de la banca de su país que nunca hayan existido. La prueba empírica muestra y la Teoría de Juegos explica por qué la realidad es muy distinta. El ser humano busca su bien, y solo el suyo, aunque muchas veces lo disfrace de generosidad. Incluso la practica, pero solo porque es en beneficio propio. En situaciones comunes, los humanos se enfrentan a situaciones en las que el bien propio es contrario al comunitario, con resultados muy desagradables para todos; un ejemplo clásico de lo que se denomina “la tragedia de los comunes” puede ser un prado comunal. El ejemplo descrito inicialmente por el matemático William Forster Lloyd (1794-1852) se puede resumir así: imagínense un pastizal cuyo uso es compartido entre un número cualquiera de individuos. Cada uno de esos pastores tiene un número dado de animales en ese pastizal. Los pastores observan que, a pesar de ese uso, queda suficiente pasto no consumido como para pensar que se podría alimentar aún a más animales. Consecuentemente, uno tras otro lo hacen. Pero en algún punto de ese proceso de expansión de la explotación del pastizal, la capacidad de éste para proveer suficiente alimento para los animales es sobrepasada, y, por ello, todos los animales perecen debido al agotamiento o sobreexplotación del recurso.

Elijan ustedes, yo me fío más de los clásicos “Homo homini lupus”. He de advertirles que no lo digo yo, desde los años noventa se han concedido por lo menos diez premios Nobel a investigadores en este campo de las matemáticas aplicadas a la economía (el señor Nobel prefirió no instaurar un galardón sobre esta Ciencia pura por algunos problemas de faldas, por lo visto).

Analicemos ahora un ejemplo totalmente distinto del funcionamiento de otro bien público: la seguridad vial. De los pocos aspectos de la vida pública donde no es descabellado afirmar que nos encontramos mejor que hace años. ¿Cómo? Estrategia del palo y la zanahoria, pero sin zanahoria. Declinación del verbo aterrar sobre el automovilista: La DGT te aterra, tú te aterras, la Guardia Civil te multa detrás de cada curva de autovía de España, a cualquiera se le cae el pelo por dar positivo. Hace poco estuve en Cádiz y allí observé que hasta los cicloconductores menos observadores de cualquier norma del buen gusto estético, iban, sin embargo, con el casco puesto. Funciona. Beneficia a todos, pero ¿por qué sucede? Porque nadie sale perjudicado (ni el sector del pijama de pino, sus clientes pueden correr, pero no esconderse).

¿Por qué no sucede lo mismo con la hacienda común? De nuevo: ¿Cui bono? Un subconjunto privilegiado de la sociedad, que es capaz de imponer el sometimiento de un mayor bien común (óptimo global) en favor de un menor bien personal (óptimo local), o dicho más prosaicamente, España ha sido ese ciego que, confiado, suponía que iban a comer de uva en uva y se dio cuenta de que Bárcenas comía de tres en tres porque él lo hacía de dos en dos.

Para cambiar la dinámica es necesario cruzar el puente que separa nuestros deseos de una sociedad más justa de la realidad existente. ¿Cómo conseguirlo? Obligando a los miembros no cooperantes del juego (en este caso, una parte demasiado grande de la sociedad española) a cooperar. ¿Qué estrategia les propongo? Un cambio cultural basado en el archifamoso experimento de G. R. Stephenson sobre la creación de un paradigma. Les haré un breve resumen por si no lo conocen. Stephenson introdujo cinco monos en una jaula, en cuyo centro colocaron una escalera y, sobre ella, un montón de plátanos. Cuando un mono subía la escalera para apoderarse de una banana, los científicos lanzaban un chorro de agua fría sobre los que quedaban en el suelo. Al cabo de algún tiempo, cuando un mono quería subir por la escalera, los otros se lo impedían agarrándolo y dándole palos. Entonces, los científicos sustituyeron uno de los monos. Lo primero que hizo el nuevo inquilino fue subir la escalera, pero rápidamente los demás lo bajaron a golpes. Después de algunas palizas el mono desistió y dejó de intentarlo. Finalmente, el último de los cinco primeros monos fue sustituido. Los científicos quedaron, así, con un grupo de cinco monos que, aún cuando nunca recibieron un baño de agua fría, continuaban golpeando a aquel que intentase llegar a los plátanos.

El primer paso sería crear una gran herramienta anticorrupción, asegurar que “el crimen no paga”. Les propongo una serie de ideas. Primero, Hacienda debería ser renombrada y capacitada para ser el “Ministerio de Hacienda y Represión del Crimen Fiscal”. Además de dotar de herramienta disuasorias y coercitivas a Hacienda, es necesario cambiar la legislación de forma que puedan atacar las mayores bolsas de fraude: las que son legales.

Para facilitarlo les propongo una idea (de las muchas posibles), quizás distinta, pero perfectamente factible. Prohibir el dinero en efectivo en España. El sector de los medios de pago es un aspecto altamente comoditizado del negocio bancario. Los clientes conocen el instrumento perfectamente (68 millones de tarjetas en España en 2011), el instrumento de cobro está muy difundido y para aquellos que no dispongan ni de uno ni otro, un servicio público gratuito de tarjeta prepago con carga en 39.000 sucursales bancarias, correos, loterías, internet etc. Nacionalización de las empresas de gestión de los pagos para que los pagos se puedan hacer desde 1 céntimo de euro y distribución a precio de costo de TPVs (las maquinitas donde pone usted su PIN). ¿Es usted turista? No se preocupe, le doy un tarjeta prepago por 5 € en Barajas, en las Ramblas o la Playa de los Ingleses recuperables a su partida. En realidad, este cambio sería logísticamente más sencillo que la transición de la Peseta al Euro, conceptualmente, y hasta logísticamente, si me apuran. Se acabó de un plumazo el “con IVA o sin IVA”, las visitas extemporáneas a Andorra para “comprar perfumes” en la Avenida Meritxel de Andorra la Vella (vieja, que no Bella) o trabajar y cobrar el subsidio del desempleo simultáneamente.

El segundo paso consistiría en crear la conciencia social, la cultura en definitiva del crimen colectivo que es el delito fiscal. El caldo de cultivo existe, a golpe de casos de corrupción en los medios de prensa, pero es necesario llegar más allá, a las pymes, a los autónomos, al servicio doméstico, a los bienes importados ilegalmente, a todos los rincones de la Sociedad. Por eso es tan importante publicar las listas de no solo los principales defraudadores, sino de todos los defraudadores. No me invento nada, en muchos países de Europa, especialmente nórdicos, todas las declaraciones a Hacienda están a disposición de los ciudadanos. Tu vecino si sabe que defraudas, te denuncia. Sabe que si tú subes a por los plátanos, a él le toca una ducha fría.

Ya saben ustedes, como tan preclaramente expuso Hobbes, adelantándose 300 años a la formalización de la tragedia de los comunes por la Teoría de Juegos, una sociedad es colaborativa o no es: extramuros del Leviatán, sólo alcanza a llevar una vida “solitaria, miserable, peligrosa, animal y breve”. Este es el futuro que nos espera si no reconducimos esta sociedad no cooperativa en la que vivimos por otra que sí lo sea.

¿Por qué no se hace? Cómo le dice el emisario del Padrino al pezzonovante en el genial final del desenlace de El Padrino III: “El poder solo desgasta al que no lo tiene”. Se ha producido un crimen: ¿Cui bono?

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